Carta de um estudante de Coimbra a outro de Lisboa

 

Aquando da Restauração da Independência portuguesa em 1 de Dezembro de 1640, todo o País deu pulos de contente. Entre os grupos sociais que menos dúvidas tiveram em apoiar D, João IV, estiveram os estudantes.

Alguns frades, porém, defendiam ainda o direito dinástico de Filipe IV de Espanha, de ser Rei de Portugal. Entre estes o Padre Juan Caramuel de Lobkowitz, da Ordem dos Monges de Cister, que ficou muito melindrado ao ler o  Manifesto do Reyno de Portugal. No qual se declara o direyto, as causas, & o modo, que teve para exemirse da obediencia del Rey de Castella, & tomar a voz do Serenissimo Dom Joam IV. do nome, & XVIII. entre os reys verdadeyros deste Reyno, escrito por António Pais Viegas (? – 1650) e publicado em Lisboa em 1641 por Paulo Craesbeeck (tipógrafo).

Juan Caramuel publicou então a sua Respuesta al manifiesto del Reyno de Portugal,  Por Juan Caramuel Lobkowitz (1606-1682), religioso de Dunas, Dotor de S. Theulogia, Abad de Melrosa, y Vicario General da ordem de Cister por los Reynos de Inglaterra, Irlanda, Escocia, & c. , publicado em Anvers-Bélgica em 1642, pela Oficina Plantiniana de Balthasar Moreto.

A publicação não passou despercebida aos estudantes de Coimbra, já que as obras de Caramuel (Filosofia, Teologia, História e… Arquitectura) eram bem conhecidas por toda a Europa.

Aparece então publicada em Lisboa, anónima, a carta de um estudante de Coimbra a outro de Lisboa, que a seguir se reproduz. Foi publicada por Paulo Craesbeeck Impressor & livreiro das três Ordens Militares, “à custa de” Lourenço de Queirós, Livreiro do Estado de Bragança.

A carta é referida a págs. 188 do vol. 18 do Diccionario bibliographico portuguez: estudos de Innocencio Francisco da Silva (1810-1876)  applicaveis a Portugal e ao Brasil, publicado em 1858 em Lisboa, pela Imprensa Nacional.

 

Carta de hum estudante de Coimbra a outro de Lisboa

 

8 pags. 4.º

 

Notas: Inocêncio 18 p. 188

            Restauração 281, 282

            Rosto com armas reais portuguesas

 

 

Como chegou cà mais tarde o Caramuel, este foi o primeiro tempo que tive para mandar a v.m. esta carta de M. Ghembo doutor em ambas as faculdades (titulo solenne entre os de sua nação). Nella dá conta a Caramuel (de quem parece foy hóspede algũs dias em Salamanca, no tempo em que alli estudava o Padre Theologia) do que lhe sucedeo neste lugar com hum famulo do bayrro de tinge rodillas, que despoys d’envelhecer na Universidade de Salamanca, e de ser famoso entre os Brod.stas de S. Estêvão, por lhe achacarem que se soltou hum dia no collegio dos mudos, se veyo para esta Universidade, aonde continua hà muytos annos, vivendo de tratear novatos, e de os meter na correntesa scholastica; pelas quaes razões e por outras, que concorrem em sua pessoa, he muy conhecido das amas e oráculo de todo famulo desgarrado: è assi elles como ellas, porque fique em memoria sua memoria, levados de hum agradecido zelo, dizem que o querem pòr de fumo. Crea v.m. que o sojeito he capaz de veneração tal; e que se se imprimirem suas obras, que jà diz ter em limpo (cousa incrível) não terão que invejar, nem a Merlin Cocayo, nem a Burguilhos. E por que ele determina oferecer a v.m. e ainda dedicarlhe parte dellas, não quero occupar a v.m. com noticias que colherá melhor de seus papeys. Do modo deviver do Doutor Ghembo hà muyto que dizer, e como o tempo he pouco, deyxemolo para melhor occasião. Guarde Deos a v.m. como desejo. Coimbra aos 14. de Outubro de 642. E II. da Restauração de Portugal.

 

Al Reverendísimo P.e D. Juan Caramuel Lubkowicz, Abbad de Melrosa y Vicario General del orden de Cister, en la gran Bretaña, Padron suyo Osservandisimo. El cavalier Ghembo Dotor en entrambas faculdades.

Salud.

 

Despues que dexè de ser huesped de V. Reverendíssima, y vino a ser Portuguez, no he sallido de Coimbra, y aunque al principio lo desseava, y procurè com instancia, rezelandome de qual che fracasso, alfin m’hallo muy devedor a la Divina Providencia por V.P. y por mi. Por mi, porque ni en Faenza mi patria podia hallar tanta seguridad; por V.P. porque en algunas occasiones pude ser de provecho respondiendo a las censuras del libro que V.P. sacò en Amberes ultimamente. Y aunque tal vez m’apretavan los argumentos, me valia siempre d’aquella solucion general, que V.P. no avia estudiado Derechos, ni tan poco havia escrito mas que casualmente; y com esto los hazia callar, qual si fueran statuas d’Harpocrates; y este es el mejor arbítrio para convencer al adversário. Pêro si alguno apretava màs el punto, y preguntava que sciencia professava V.P. entonces le respondia entre dientes, dexandolos sospechosos, si avia dicho que era V.P. Theologo, o Astrologo; y los màs se inclinavan a creer lo segundo, porque en el Philipus prudens, hallaran gran rastro d’esta disciplina, en el Leon que V.P. hizo pintar sobre la serpiente de Portugal; y de la Theologia no han visto outro testimonio, que el que V.P. Reverendissima dà de su persona en este ultimo trattado. Estè cierto V.P. que ello se dixo com destreza, y artificio, porque la tengo singular para zoylos semejantes.

Quiero contar màs individualmente lo que con uno m’hà sucedido. Estava yo (como V.P. sospecherà) tendiendo mi red, por si a caso podia coger algum doblonzillo d’a ocho, que ya no es decente a mi autoridad (aunque prestada)  torcerme por niñerias : llegòse a mi un gorrón baxo de cuerpo, de color bermejo, vigòtes d’adrède, barba a lo pretendiente, y un guante en la mano isquerda. Y estando ya a tiro de cintarazo, me dixo com boz d’entre corchete, y disciplinante: como va de Caramuel messer Ghembo? como siempre (le respondi) O que bueno! (replicò el licenciado Marrueco, que este es su nombre) no me pide voaced albricias? por esta (y m’enseñò la sotana, ya sin color de raida) que si viniera a Coimbra el buen Caramuelillo, le gastaran a puñadas. Señor licenciado Marrueco (dixe) dexemonos d’equivocos; que es lo que busted mãda, que gustarè de obedecerle? pues lo quiere màs claro (replicò)  digo que se viniera a Coimbra Caramuel, no le quedara en la cara muela, aunque aya tomado por su protector al excelentíssimo general de la Alsácia, y de Borgoña. Señor licenciado (dixe entonces) no entiendo a busted; porque quando aya recebido algun aggravio  d’este cavallero, que al fin dizen que es Portuguez, y l’avran topado, no sè com que occasion puede quexarse del Padre Caramuel, que s’està en su celda sin entender com nadie, y en Flandes adõde busted nunqua puso el pie. Pues a un mas occasion quiere boaced (replicò Marrueco) que ver a un frayle intitularse vicario general de su religion en Escócia, y la gran Bretaña? y despues de preñado com el chimerico titulo (que es muy ordinario) dar, y quitar Reynos com màs denuedo, que lo hiziera el Magno Alexandro, o el Senado de los Romanos?

Quiere mas occasion, busted, que contar el susodicho entre quatro cavalleros traydores (que en publico cadahalso pagaran su cobarde error) a muchos cuya limpieza, y fidelidad al Rey nuestro Señor, y a su patria, terá dechado a sus felizes sucessores? y mesclar otros, cuya calidad no estrañò la infamia del supplicio, que merecieron.

Quiere mas que dezir, que està la Nobleza opprimida, y tiranizada? quando la oppression, y la violencia mas execrable llamò a Madrid tantos títulos, Cavalleros y Prelados, llegando a tal punto la desenfrenada codicia, que a muchos por faltarle caudal, se negò el rescate de sus personas, y se concediò por summa considerable al cadaver del gran Conde de Portalegre, que constante en defender los fueros de su Pátria, supo conservar hasta la muerte el dictamen com que s’eximiò del govierno del Reyno de Portugal, anteviendo las barbaras tyranias, que padecieron los años sucessivos. No se muriò de pesar el Conde de Miranda? No biven en estremada miséria los de Prado, Sabugal, S. Juan, y Figuerò, y los demàs cavalleros, que en hecho de realidad presos estan, y expuestos a la libertad, y desverguença tan familiar al vulgo d’aquella nación?

Si el buen Caramuel quiere saber, si està, o nò la Nobleza tyranizada, y opprimida en Portugal, pergunteselo a Marrueco, y el dirá quienes son los Acuñas; y entre ellos, el por su dignidad, por sus letras, y por sus canas en todos los siglos venerable D. Rodrigo, ya Primado de las Españas, y agora Arçobispo de Lisboa, cuyos doctissimos escritos honran oy dia las librerias de toda Europa.

Dirà quienes son los Mendoças, los Almeydas, por quien siempre el Tajo llora; los Sàs Colonneses, nombre fatal en la libertad cobrada de Portugal, y en Castilla no en vano formidable: los Meneses, cuya nobleza conpite com su antiguedad: los Sylvas, y los Tellos, que en toda España no conocen superior; los Saldañas, los Acostas, y Mascarenhas, de cuyo esfuerço llenos estan del mundo los Annales.

Dirà quienes son los Sosas, linage al fin mesela peregrina: Los Britos, màs antigos que sus mismos Reyes, y tan nobles como antigos. Los Melos, los Câmaras, los Almadas linages siempre fecũdos de varones grades.

Dirà finalmente, quienes son los Taides, si ay nacion en el mundo que no pueda dar noticias deste gran linaje. Quienes los Coutiños, los Noroñas, los Figueredos; y otros muchos que no repito, pues averiguada cosa es, que aun tres o quatro, que faltaron a la fidelidad de su patria, no tuvieron outro motivo, que el de hallarse affrentados, por no averseles dado parte de tan memorable, y gloriosa accion.

Si esto pues subiera el buen padre, viera, que siendo estos los que acclamaron a su Magestad delRey Don Juan el IV, que Dios guarde, y siendo quasi todos los Cavalleros, que nos avia dexado en el Reyno la insolencia del Conde Duque, no podrà dezir com verdad, que està la Nobleza opprimida y tyranizada; antes sola ella pudo ser el Autor de tan heroica accion; y lo muestran bien los mismos cavalleros, que en esta occasion se hallaron en Flandes, o en Castilla, porque ninguno d’ellos (pudiendo) dexo de traspassarse a Portugal; como lo han hecho otros muchos, que de diversas y distantes partes del mundo, dexando grandes puestos militares, acudieron luego a la defensa de su patria, entrando en esta cuenta compañias enteras, que de los mismos exercitos, y plaças de Castilla vinieron (como se hà visto) marchando para Portugal. Y no ay duda, que haràn lo mismo,  si pudieren, los que allà quedaron, y se no lo han hecho todos, es porque allà estan verdaderamente tyranizados, y opprimidos. Y si alguno en diversas provincias sirve oy al Rey de Castilla, ni merece llamarse Lusitano, ni tiene a Dardano por Autor de sus progenitores, porque la vileza del miedo, que es la única disculpa que se fingen, es efficaz argumento de que han degenerado. Si ya no vendrà a poder tanto com ellos la primera obligacion, que querràn supplir com heroicas acciones d’entendimiento, yerros, que sin duda han tenido tan solamente descuydos, y permissiones de la voluntad.

Ea; buelva en si el D. Caramuel, y trate de su celda, porque por el alma de mi aguela juro, que si fuera su prelado, le havia de bolver al noviciado, y al coro, porque me parece que no ay vicio mas scandaloso a la Rèpublica seglar, ni mas pernicioso a la religiosa, que la libertad, y la ociosidad d’un frayle, y mas conbrisnas de presuncion. Reduzgase a su sphera, porque se porfia a subir tanto, le podrà alcançar la cola del Portuguez Dragõ; que la cabeça clavada ya en los quicios de la Lusitania nos establece aquella felicidad que cuentan los Naturales; o le podrà suceder lo que al Astrologo, que yendo a observar de noche las constelaciones celestes, se cayò en un pozo, corrido, y chalqueado de quantos le vieron, pues no alcançando lo que tenia delante de los pies, professava la sciencia de las estrellas. Rabiando estoy de coraje. No sea busted tan corajoso (le dixe yo) o moriràse en pocos dias. Ello podrà ser (dixo Marrueco), ma sea lo que fuere, antes que me muera, tengo d’acabar un Romancico, que empecè para desahogo de mi zelo: y si busted lo sufre, repetirè media dozena de versos, que a fè, que m’han costado mas de dos uñas, y no los he enseñado hasta el dia de oy, mas que a nueve amigos, y boaced es el decimo, y com esto irè a mis negocios. Yo Señor que no via, como desasirme, le apretè por el Romance. El entonces encaxando sus antojo, empeçò a leer, y dixo desta suerte.

 

Romance que darè al Maestro Matùla, para que lo canten los muchachos, a manera de satyra contra Caramuel y Laín Calvo.

 

 

Benvenuto seor Abbad

Desde los baxos paises,

El que com plumas d’anade

Quiere bolas, como cysne.

 

Mal os hallareys acà,

Y este es aguero infelice,

Que quando llorando entrais

Todos saliendo se rien.

 

Temo que vuestra confiança

Manoseada se despinte:

Y que pretendiendo Reyes,

Azares se os multipliquen.

 

Ya los tragamos tanto año

A estos señores Philippes

No es menester cantimplora

En que la opinion se enfrie.

 

Del derecho, y de los muertos

Sobran experiencias viles;

Quien como vos ama tanto,

Bien tanto sueño se finge.

 

Del aggravio, y de la fuerza,

La ambicion madre se dize,

Yo desverguença la llamo,

Que ay ambiciones humildes.

 

Si a la razon, y a los años

No ay resistencia impossible,

Un imperio tan dudoso

Como podia estar firme?

 

En el retiro, y la plaça

ElRey su pesar alivie,

Si siente perder, quien no ama,

Si ama, quien contento bive.

 

Leganès gran capitan

Castellanos acaudille:

Yo sé que son mil los Calvos,

Y no se hallan dos Laynos.

 

En buen hora a Vinaròs

su resolucion applique

Mientres Perpiñan tremola

Las siempre triunfantes Lises.

 

 

Esto repetia el Licenciado, y iva a proseguir, ma yo que me estava endriendo en oirle, hize señas, que me obligava un gran negocio a dexarle; y com esto pretendi escabullirme; mas el asiendome rezio, dixo: ya que no quire (bien le entiendo) oir màs, aguarde el estribillo, y com um sonsonete  desverguençado acabò el picaño.

 

Mas si viene el Seor Abbad

El Caramuel, el Achylles,

Nadie empuñe espada, y nadie

O ponga pica en hombro, o lança en ristre.

 

Y sin dezir palabra se fue. Agora vea V. Reverendissima en que bocas anda su autoridad, y la de Castilla. Sin falta no pudiera sucederlhe occasion, de màs ensenança, o escarmiento: bien que, quando es desesperado el lance, suele faltar primero la cordura. Yo ya de pura humanidad me dolia de los Portuguezes, oy tengo gran lastima a Castilla, porque se porfian estos hombres, s’acabarà todo. Dios guarde a V. Reverendissima P. como desseo, y de su protector, porque no creo que serà buen amigo, quien no supo ser criado agradecido, ni que guardarà mala fee a un frayle, quien no la supo guardar a su dueño, y a su patria. En Lisboa està ya en la emprenta un trattado, cuyo titulo es: Examen de algunas proposiciones del Vicario General de la gran Bretaña Fr. Juan Caramuel, monge de Dunas del Orden de Cister. A D. Francisco de Melo su protector. Este embiarè a V. Reverendissima com las Kalendas Lusitanicas, que son la segunda parte de las Visperas Sicilianas. Coimbra, oy Lunes 29. de Setiembre de 1642 años.

 

Taxam esta Carta em 4. reis em papel. Lisboa 22. de Novembro de 642.

 

                          Menezes.                            Ribeyro

 

Arlindo Correia